9 Octubre 2013
Hay demasiadas costas de la muerte,
demasiada miseria portuaria.
Hemos perdido el sur probando suerte
en mares de cristal donde no hay playas.
No escuchamos la voz de las sirenas
porque ya no se puede estar más locos.
La utopía da nombre a las pateras
y a los niños que comen hambre y mocos.
Con un blindaje a prueba de tristeza,
el corazón del mundo no se ampara
ni manda información a la cabeza.
La distancia es un arma que dispara
el virus que inocula la pereza
porque es mejor sentir sin sentir nada.
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